KANT

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"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca."

3 mar 2009

Comportamientos

En la mesa y en el juego...

Manuel Martín Ferrand
(Publicado en ABC el 3 de marzo de 2009)

ESCASEA el señorío en nuestra nómina política. La mala educación es tremendamente contagiosa y el común de las personas, sin vacunar, tiende a ser atrapado por el nada ejemplar modelo de los líderes al uso. En Galicia, las elecciones autonómicas le han dado un vuelco a la realidad del poder. Emilio Pérez Touriño, con más sentido de la responsabilidad que de la grandeza, anunció ayer su dimisión como responsable del socialismo gallego. Un gesto que hubiera sido hermoso de no haberlo acompañado por el pataleo protestón frente a una campaña en la que, dijo, el PP hizo «juego sucio» y planteó, con la denuncia de sus derroches presidenciales, una «treta demagógica». Hay que saber perder.

También es importante aprender a ganar. El victorioso Alberto Núñez Feijóo, en su primera aparición audiovisual tras reconquistar la mayoría que perdió Manuel Fraga, anunció ayer que la Xunta pondrá a la venta el ostentoso Audi -¡más caro que la limousine de Barack Obama!-que utilizó Touriño. ¿Tiene algún sentido frotarle los morros al perdedor con su propia derrota? Además, en respeto litúrgico y exigible, el nuevo presidente de la Xunta debiera esperar a su investidura parlamentaria y a su toma de posesión para tomar decisiones. Una demasía descortés. En la mesa y en el juego, decían los antiguos, se conoce al caballero. Habría que añadir al aforismo el escenario electoral en el que, como vemos, cualquier exceso tiene cabida y se disculpan las más flagrantes escaseces.

En el País Vasco, en donde el crecimiento de Rosa Díez da fe de la fatiga de los partidos clásicos, tampoco la elegancia adorna la reacción electoral. Juan José Ibarretxe, como si no hubiera advertido su radical decadencia, apunta un turno de consultas con las restantes fuerzas políticas que han merecido escaño en Vitoria. Patxi López, el gran triunfador, muestra la piel de un oso al que todavía no ha desollado y Antonio Basagoiti saca pecho de vencedor sin la humildad necesaria tras haber perdido votos y representación. Las buenas maneras nunca constituyen exceso y la ciudadanía debiera exigirlas con clara rotundidad. Una cosa es, en aras de la devoción, disculparle a José Luis Rodríguez Zapatero su paro y sus crisis, o a Mariano Rajoy su desconcierto y la corrupción que le circunda, y otra permitírsele a nadie el exabrupto grosero o el desplante chabacano. La urbanidad es un bien político.

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